Contempló una vez mas su reino, se extendía desde los Mares Lejanos del Este, hasta las Cumbres Nevadas del Oeste. No podía verlo todo, había decidido vivir en las Dunas del Oeste, cerca de los Grandes Ríos, y el Gran Espejo de Agua. Observó una vez más su palacio, ya tan solo, tan abandonado…
Se extendía… solía extenderse en realidad. Los Mares del Este ahora eran dominios enemigos, así como también las planicies linderas… Demasiado territorio cedido, ¿por qué? Porque el Rey ya no quería pelear…
Antes guerrero, luchó y luchó por alejar a quienes asediaban su territorio, luchó y luchó por defender al reino de los invasores. Luchó y luchó, a veces ganó, otras veces, simplemente aguantó, y en la mayoría perdió..
Hoy hombre cansado, tantas guerras, tantas batallas, por territorios, y personales. Ya estaba cansado, sin ánimos de pelear, o a veces, sin ánimos siquiera de ocupar espacio que seria útil para el aire…
Y sin embargo ahí estaba, como hombre enamorado, esperando verla aparecer desde el horizonte. Ella dijo que iba a venir, pero dijo que no se movería, él dijo que la esperaría, pero no tenia deseos de quedarse sentado…
Y construyó y construyó, de la nada, de las nubes, un castillo volador, que creía que no resistiría, pero ella aportó su magia, su esencia, para que este castillo maravilloso se irguiese, majestuoso y altivo sobre las cumbres,
Ella aportó su magia, pero había olvidado ocupar su lugar, ése lugar que él guardaba para ella con tanto recelo. Ese lugar que él había guardado especialmente en su corazón para una mujer como ella, como ella y ninguna.
Como ella... y ninguna
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